El sector de la calidad ambiental contempla dos subsectores básicos: el
energético y el de los residuos. En relación con la energía, se consideran
las distintas fuentes de demanda energética (doméstica, turística, requerida
para la movilidad…), así como los recursos energéticos disponibles (renovables
y no renovables), calculándose indicadores importantes como el índice de
independencia energética.
Se ha tenido en cuenta la evolución del PIB y su
efecto sobre la tasa per cápita de motorización, así como sobre la tasa de
consumo eléctrico per cápita, dada la influencia del nivel de vida sobre
los hábitos de consumo y los patrones de movilidad. Las
demandas de la población turística, de la población residente y de
los sectores productivos, se han diferenciado especificando el gasto energético
de la desalación marina y diferenciando el gasto en energía eléctrica y otras
opciones, fundamentalmente carburantes similares a los del transporte.
Igualmente el modelo considera la generación de residuos así el volumen
de residuos sometidos a los distintos procesos de gestión (recogida selectiva,
reciclado, vertido a vertederos controlados), en función de las tasas correspondientes.